lunes, 16 de abril de 2012

Una vez tuve un blog.

O sea, todavía lo tengo.

Digo, estoy hablando de éste.

Una vez conté algo aunque no estoy muy segura de si en realidad conté o solo fue mi imaginación, pero creo haberme visto en algún momento de la vida escribiendo en este mismo sitio, escribiendo sobre mi vida, o sobre lo que fue/pudo haber sido de la misma.

En fin. Ahora estoy escribiendo, supongo. Y supongo porque no sé si en verdad esto está ocurriendo. Lo digo porque no sé, porque quizá perdí la costumbre de escribir que nunca tuve. De hablar de mí. De ser una ególatra más y hablar solamente de mí. Aunque con muchas excepciones, por lo visto.

No quiero hablar de mí. Tampoco de ti. Tampoco de lo que quiero que pase ni de lo que ya fue. Son las 0:20 del lunes 16 de abril del 2012 y probablemente esto nunca salga a la luz. Da lo mismo. Ni siquiera sé, insisto, si esto de verdad está ocurriendo. No sé por qué estoy escribiendo, de hecho. De repente sentí ganas de teclear y recordé que una vez tuve un blog y que, al parecer, todavía lo tengo.

Una vez conté una historia. Una vez intenté escribir y no me resultó. Una vez me acosté pensando en qué carajo tenía en la cabeza y la última vez que pensé en una vez es ahora. En mi cama.

En una cama ajena, en realidad, pero que he hecho mía desde hace un tiempo.

Siento vergüenza al escribir porque sé que no tiene sentido. No sé qué pretendo ni sé a qué quiero llegar con esto. Pero agradezco, supongo, el recordatorio que mi mente hizo respecto a la existencia de este lugar. Creo que lo pienso a menudo; pienso que nunca me sentí a gusto con los colores ni con los títulos ni con los silencios ni con los puntos suspensivos. Pero estuvo ahí, esperando.

No sé si era a mí a quién esperaba, pero espero que sí. De todos modos, soy la única que ha escrito aquí y la única que, por cierto, podría acabar con esto en un click.

Pero para qué terminar si ni siquiera he empezado. Ni siquiera sé si quiero empezar y, en caso de que sí quiera, desconozco qué es lo que debería.

Perdón por las incoherencias, solo soy yo un lunes por la madrugada, intentando recordar dónde dejé el encendedor verde porque tengo ganas de fumar antes de dormir.

Si alguien lo ha visto, por favor dígale que regrese a mi velador.

domingo, 10 de julio de 2011

Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de
cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos
enormes; la personalidad, colmada de eclipses, aúlla. (Mujer:
sacúdeme las hojas marchitas del pantalón).

* * *

Andando, platicando, andando con la tierra por los
caminos varios, se me caen los gestos de los bolsillos,
atardeciendo olvidé la lengua en la plaza pública..., no los
recojo y ahí quedan, ahí, ahí, como pájaros muertos en la
soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente
dice: «son colillas tristes», y pasa.

* * *

Como el pelo, me crecen, me duelen las ideas; dolorosa
cabellera polvorosa, al contacto triste de lo exterior cruje,
orgánica, vibra, tiembla y, cargada de sangre, parece un
manojo de acciones irremediables. (Radiogramas y telegramas
cruzan los hemisferios de mi fisiología, aullando sucesos,
lugares, palabras).

* * *

Ayer me creía muerto; hoy, no afirmo nada, nada,
absolutamente nada, y, con el plumero cosmopolita de la
angustia, sacudo las telarañas a mi esqueleto sonriéndome en
GRIS de las calaveras las paradojas, las apariencias y los
pensamientos; cual una culebra de fuego la verdad, la verdad
le muerde las costillas al lúgubre Pablo.

* * *

Aráñanme los cantos la congoja y el vientre, con las
peludas garras siniestras de lo infinito; voy a abortar un
mundo; (mis calzoncillos, mis calzoncillos se ríen a
carcajadas!..).

* * *

Un ataúd azul, y unas canciones sin sentido,
intermitentes, guían mis trancos mundiales.

* * *

Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente
cual claridad a los ciegos...(Ruido de multitudes,
automóviles, muchedumbres, van conmigo; como pájaro solo y
loco canta lo absoluto en los álamos negros de tu cabeza, Pablo
de Rokha!..). (... ... ... Universo, Universo, ¡cómo nos vamos
borrando, Universo, tú y yo, SIMULTANEAMENTE!.. ... ... ).


«Pablo de Rokha» por Pablo de Rokha.

martes, 5 de julio de 2011

todo está roto, pero (creo que) puedo enmendarlo.

Esto lo escribo con la mente en un día de enero del presente. Digamos que, de alguna manera, lo que sentí ese día estoy recordándolo mientras escucho el maestro tributo a Pablo de Rokha por Ocho Bolas.
No recuerdo el día exacto, pero sí a la perfección lo que pasaba por mi cabeza al momento de tomar tal decisión.

Estoy en mi pieza en Concepción, he esperado este momento por mucho tiempo. Mis papás llegaron hace poco desde Rancagua, vienen a buscarme porque, ¡al fin!, salí de vacaciones. Hay que dejar la pensión y llevarse todo. Estoy nerviosa.
Saludo a mi papá, lo abrazo y beso. Luego a mi hermana. Luego a mi mamá. Lloro. Lloro con la misma desesperación con la que había derramado lágrimas la noche anterior. Y la anterior a esa. Y así hacia atrás.
Estoy nerviosa. Tengo miedo.
Entramos. Subimos. Hay algo que quiero decir y tengo miedo. Mi mamá ya lo sabe, lo sabe hace tiempo. No sé qué pensará mi papá; me aterra pensar en su reacción.
Estoy en el dormitorio y mi papá entra para darme las buenas noches; es tarde y hay que descansar. Mañana partimos temprano a Valdivia por unos días.
Se sienta en la cama, me mira y pregunta, para mi sorpresa, aquello que tanto me quita el sueño.

Tracy, ¿sigues en la carrera?Me pregunta algo triste.
No, papá. No puedo seguir
¿Por qué?
No es lo mío, papá. Por años creí que era lo que quería estudiar y, una vez inmersa en ese mundo, me di cuenta que no es para mí.
Entiendo.
No es lo que quiero para mi vida. Estar acá sola, lejos de casa, conocer gente, tener actividades fuera de la U me hicieron ver que son otras las cosas que realmente me llenan. No puedo seguir.
¿Y qué piensas hacer?
Volver a casa, prepararme de nuevo.
¿Y dónde quieres estudiar?
En Santiago.
Bueno. Averigua los trámites que tienes que hacer para retirarte y te vuelves a Rancagua. Allá conversamos el resto.
Gracias, papá.

Eso fue todo. El monstruo que había creado en mi mente solo habitaba ahí.
Sigo nerviosa, me cuesta creer que la conversación fue mucho más fácil y tranquila de lo que pensaba. No concibo el hecho de que mi papá lo haya tomado tan bien. No sé.


Si hay algo que aprendí en el 2010, año en el que estuve lejos de casa, viví sola y experimenté esa cosa tan rica que llaman vida universitaria, es que nada va a llegar si lo esperas sentada y de brazos cruzados. Hay que salir a buscar, hay que levantar la voz y, por sobretodo, hay que atreverse.
En mi mente sigue la frase que un día me dijeron «La U cambia a las personas, ten cuidado» y hoy, a más de un año de haber comenzado la experiencia y casi a seis meses de haberla concluido, puedo asegurar que tal tesis queda, en mi caso, totalmente refutada.
Crecí, vaya que sí. Aprendí muchas cosas, la más importante es valorar a la gente que tengo a mi lado. Conocí a personas maravillosas, lugares increíbles, historias de vida muy similares y diferentes a la mía; encontré gente con la que compartí y disentí ideas y formas de vida.
Me caí varias veces y, pese a que dolió en demasía, me levanté sola.
Aprendí, insisto, un sinfín de cosas; desde cómo hacer un bistec hasta cómo administrar la plata para el mes (aunque me hubiese gustado alargarme unos centímetros, también).
Crecí y, sin embargo, no cambié. Mantengo la idea de hacer lo que realmente me gusta, de ir por aquello con lo que, creo, puedo hacer buenas cosas.
Sigo creyendo en mí, y eso, no me lo quita nadie.

martes, 9 de noviembre de 2010

Oye, tú.

Oye, imbécil, deja tu egolatría de mierda de lado y sal a dar una vuelta ¿Acaso no te das cuenta de lo asfixiado que estás? Corta esa cadena, hueón, córtala! Date cuenta que ensimismado te vas a ir a la mierda.
Tú, niñita. Sí, tú, la que me está mirando con cara de pendeja inocentona: deja de mentirles! Hasta yo, que no te conozco -ni tengo ganas de hacerlo- me doy cuenta de tu hipocresía. Se te nota en la cara, bonita; en esa cara de niñita frágil que muchos compran. Sácate la máscara.
Señora ¿Cuánto tiempo lleva aguantando a ese conchesumadre? ¿Tan poco se quiere, que aguanta tanta violencia? Grite, señora, grite! Que todos se enteren de lo cagada de miedo que estás, que todos conozcan al monstruo con el que vives.
Don cura, doña monja, don pastor, don quienquiera que seas: No me interesa tener al espíritu santo de mi lado ¿ya? Puede usted vivir tranquilo con su dios, pero a mí déjeme tranquilita que no molesto a nadie.
Hey, viejo de mierda, deja de pensar con la de abajo y pégate el cacho. Tiene 10 años, hueón, y es tu hija. No le cagues la vida, no más de lo que ya está.
¿Homofóbico? ¿Racista? ¿Cagado de la cabeza? Hola, no me desgastaré contigo.
(no) Estimado señor politicucho, practicante de la politiquería barata que nos gobierna: Tú cachai las tonteras que decís, cierto? ¿No? ¿En serio? Le aconsejo, don mandamás, que piense unas infinitas veces todo lo que vas a decir antes de que salga de tu boca. No, mejor, cállate un rato que me basta y sobra con que aparezcas en todos lados. Tu presencia ya es un chascarro, no hace falta que digas estupideces ¿me entiendes?

Tú, que estás leyendo: lo siento, no tienes la culpa de nada.

martes, 21 de septiembre de 2010

Muero

y río, y lloro, y grito, y canto, y salto, y pienso, y abrazo, y siento, y camino, y me detengo, y corro, y beso, y callo, y caigo, y medito, y escribo, y leo, y miro, y vivo, y descanso, y me canso, y escucho, y tiemblo, y siento frío, y me ahogo, y me calmo, y cierro los ojos, y me desespero, y toco, y tropiezo, y me rapo, y me hago una trenza, y tomo agua, y me da sed, y borro, y dibujo una burbuja -le hago una flecha indicando su interior y escribo '¡DESPIERTEN!'-, y pierdo, y guardo, y sigo riendo, y sigo meditando, y todavía abrazo, y aun sigo viva; muero a ratos, y abro los ojos y escucho, y me tapo los oídos y miro el silencio, y grito ¡MIERDA!, y me canso sin antes seguir gritando, porque sigo pensando, y abrazo, y toco, y me quemo, y lloro, y sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo, sigo vomitando palabras.

lunes, 17 de mayo de 2010

Ay!

No sé.

Se me fundió el cerebro, aún así tengo mucho en mente y no encuentro la manera precisa -ni las palabras correctas- para poder expresar ni un tercio de todo.

Estoy cagá, pienso. Hace tiempo lo pensé y creo ahora estar en lo cierto.
Definitivamente, el tamaño de mi cabeza no es proporcional a toda la mierda que tengo dentro; de lo contrario, no temería por ella en todo momento.

Y así, sigo sin entender.

Poco a poco lo poco y nada que queda de mi mente va diciendo que debo decir/sentir/pensar algo. Pero no.

No sé de dónde sale todo esto, no sé quién/qué lo controla.

Es posible, creo, que mis dedos tengan cerebro propio y sean ellos quienes realmente están escribiendo esto.

En una de esas, muchas partes de mí tienen cerebro aparte... No hallo otra explicación a porqué me pesa tanto el cuerpo.

Ay! No entiendo, sigo sin entender.


Los ojos, los dedos, el pelo, la lengua, las orejas, el ombligo, las rodillas, los codos, los hombros, la clavícula, el fémur izquierdo, mis uñas color fucsia... Todo me pesa.

Imposible encontrarle sentido alguno a algo tan imbécil.
Imposible encontrar imbécil algo sin sentido.


Ay! Así me siento hoy.

lunes, 19 de abril de 2010

Siempre me cuesta elegir el título indicado

Hola, solo quiero decir que estoy viva.
Ah, sí, todo bien con el terremoto por acá. Anduve recorriendo localidades cercanas a la mía y fumé miles de cigarros con damnificados. La sonrisa que me regalaron al escuchar un simple ¿querís un pucho? es impagable, por cierto.
Voy por mi tercera semana en la U, viviendo en otra ciudad y todo lo que dije en la entrada anterior.
Me mechonearon, me apadrinaron, he carreteado de lo lindo y he estudiado, en dos semanas, lo que jamás había estudiado en mi vida.

Me pusieron una pistola en la cabeza para escribir. Gracias por estar.