Una vez tuve un blog.
O sea, todavía lo tengo.
Digo, estoy hablando de éste.
Una vez conté algo aunque no estoy muy segura de si en realidad conté o solo fue mi imaginación, pero creo haberme visto en algún momento de la vida escribiendo en este mismo sitio, escribiendo sobre mi vida, o sobre lo que fue/pudo haber sido de la misma.
En fin. Ahora estoy escribiendo, supongo. Y supongo porque no sé si en verdad esto está ocurriendo. Lo digo porque no sé, porque quizá perdí la costumbre de escribir que nunca tuve. De hablar de mí. De ser una ególatra más y hablar solamente de mí. Aunque con muchas excepciones, por lo visto.
No quiero hablar de mí. Tampoco de ti. Tampoco de lo que quiero que pase ni de lo que ya fue. Son las 0:20 del lunes 16 de abril del 2012 y probablemente esto nunca salga a la luz. Da lo mismo. Ni siquiera sé, insisto, si esto de verdad está ocurriendo. No sé por qué estoy escribiendo, de hecho. De repente sentí ganas de teclear y recordé que una vez tuve un blog y que, al parecer, todavía lo tengo.
Una vez conté una historia. Una vez intenté escribir y no me resultó. Una vez me acosté pensando en qué carajo tenía en la cabeza y la última vez que pensé en una vez es ahora. En mi cama.
En una cama ajena, en realidad, pero que he hecho mía desde hace un tiempo.
Siento vergüenza al escribir porque sé que no tiene sentido. No sé qué pretendo ni sé a qué quiero llegar con esto. Pero agradezco, supongo, el recordatorio que mi mente hizo respecto a la existencia de este lugar. Creo que lo pienso a menudo; pienso que nunca me sentí a gusto con los colores ni con los títulos ni con los silencios ni con los puntos suspensivos. Pero estuvo ahí, esperando.
No sé si era a mí a quién esperaba, pero espero que sí. De todos modos, soy la única que ha escrito aquí y la única que, por cierto, podría acabar con esto en un click.
Pero para qué terminar si ni siquiera he empezado. Ni siquiera sé si quiero empezar y, en caso de que sí quiera, desconozco qué es lo que debería.
Perdón por las incoherencias, solo soy yo un lunes por la madrugada, intentando recordar dónde dejé el encendedor verde porque tengo ganas de fumar antes de dormir.
Si alguien lo ha visto, por favor dígale que regrese a mi velador.
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